Texto contextualizado: |
A Diógenes el cínico cuentan que le dijeron una vez: "Oh Diógenes, te escarnecen", y que él contestó: "Pero yo no soy escarnecido". Los chistes traducidos son igual que mecheros que no chiscan, y aquí el secreto está en que el griego parece que tiene una verdadera voz pasiva; esto es, una fórmula verbal que hace oír verdaderamente la pasión, y no como la presunta pasiva castellana "soy escarnecido", que en realidad sigue haciendo oír la acción, salvo que referida al paciente. Pero por una vez imaginemos |
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