la bandeja, besaba el cristal con delirante expectación y danzaba ora sobre un pie ora sobre el otro, advertí que al camarero le faltaba un brazo. --¿El señor no quiere que le abra la botella? --le oí preguntar. Ledijequesíconvehemenciaydepositélabotella en la mesilla de noche. Como fuese, según tengo dicho, que el camarero era manco, la operación de abrir la botella duró cerca de veinte minutos, durante los