La joven abrió bien los ojos. Frente a ella, Hilaria comenzó a tronarse los dedos. --¡Ay, niña, venga usted, apúrese usted, venga pero ahorita! Vamos al cuarto de la canija de Rosa. Que no la oiga su abuelita. Hilarialetendiólabata,acercólaspantuflas,bajaron por la escalera de servicio, los perros ladraron. ¿Serían las seis, las siete de la mañana? Con ademán friolento, Mónica cruzó aún más la bata sobre su pecho. Al llegar al
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TENDERII.1 - Alargar una cosa aproximándola a otra