sin embargo parecía tranquila y tú lo comentabas: "¡Qué sedante eres Angelina, qué remanso, qué bien te sienta tu nombre, oigo un levísimo rumor de alas !" Yo estaba como drogada, ocupabas todos mis pensamientos, tenía un miedo espantoso de defraudarte. Te hubieratelegrafiadoenlanochemismapararecomponer nuestro encuentro, porque repasaba cada una de nuestras frases y me sentía desgraciada por mi torpeza, mi nerviosidad, mis silencios, rehacía, Diego, un encuentro ideal