confiado. Así de aprisa me recuperé de los estragos del viaje, aunque no me hayan abandonado hasta el día de hoy los espasmos ni la náusea ni el alarido que siempre se me escapa cuando por la televisión pasan un anuncio de Iberia. Pero,¿aquiénnolesucedeotrotanto? Y aprovecharé esta digresión para tratar de despejar la incógnita que de fijo más de uno se estará planteando, a saber, ¿por qué acepté sin abrenuncios una misión que