iba cayendo sobre Connecticut y el silencio de América descendía de un cielo tapado por los árboles. Había cesado el lamento agridulce de la pareja que cantaba. Ella reía ya en brazos de otro hombre, y él se acercó amíparadecirmesienParís,verdaderamente,sucedía que las costumbres eran tan libres, y trató de descubrir si yo misma estaría dispuesta a demostrarle cómo, de qué manera se amaba en Francia. En ese instante la mujer vino