teclear constante, estridente, de tus dos dedos en el piano el que solía despertarme. »Te agarrabas a la vida, Francesca, te agarrabas a la música, pero la música --burlona, fugitiva-- resbalaba y huía de entre tus dedos. Una de aquellas nochessucedióalgoquemehizollorardeemoción y que, al mismo tiempo, me llenó de pavor. Me pareció estar escuchando en sueños el piano. Cuando me desperté te encontré desnuda, tumbada sobre uno