en el lugar de un sueño. Quizás tú no realizaras aquellos sorprendentes milagros que Josefa atribuía a los santos cuyas vidas acostumbraba a leerme en voz alta. Pero sí podías hacer algo que, aunque no pareciera tan importante, a mí me llenaba deasombro,puesconseguíasquesucedieraantemisojos, mostrandome así una realidad muy diferente de aquella otra en la que se movían los demás. Y con frecuencia me preguntaba si yo, al ser hija tuya, no habría heredado