pobre María... --repetí algo molesto ante tanta solicitud para con aquella estantigua y tan poca deferencia para conmigo. Atravesamos el lóbrego vestíbulo sin que la portera, absorta en sus quehaceres, a juzgar por las fumaradas de fritanga que emanaban de su cubículo, nos dieraelaltoysubimosapiealúltimopiso.Llamamos a la puerta y esperamos un tiempo prudencial, transcurrido el cual abrí con la ganzúa. La vivienda era minúscula y nos sobró un segundo para cerciorarnos