de forma desesperada se aferraron alrededor de su cuello y le apretaban con fuerza. Sentía la blanca mejilla de ella como una brasa sobre su piel, como nieve que quemara, y el roce de su pelo corto y sedoso junto asufrente.CrujíanlashojasyBetinanosoltaba el cuello de Jano, ni su mejilla soltaba la mejilla de él. Luego oyó como un sollozo y nuevas palabras: --Nunca me miras; nunca me quieres. --¿Nunca