llovizna menuda como la que había visto Santiago Nasar en el bosque del sueño. Yo estaba reponiendome de la parranda de la boda en el regazo apostólico de María Alejandrina Cervantes, y apenas si desperté con el alboroto de las campanas tocando a rebato, porque pensé que lashabíansoltadoenhonordelobispo. Santiago Nasar se puso un pantalón y una camisa de lino blanco, ambas piezas sin almidón, iguales a las que se había puesto el día anterior para la boda.