niña, todavía un poco montaraz, parecía sofocada por el ímpetu de sus glándulas. Santiago Nasar la agarró por la muñeca cuando ella iba a recibirle el tazón vacío. --Ya estás en tiempo de desbravar --le dijo. Victoria Guzmán le mostró el cuchillo ensangrentado. --Sueltala,blanco--leordenóenserio--.Deesa agua no beberás mientras yo esté viva. Había sido seducida por Ibrahim Nasar en la plenitud de la adolescencia. La había amado en secreto