en que la sola idea de tenerla cerca, el anuncio del viaje hasta su casa, era una promesa de historias fantásticas y caprichos satisfechos; una alegre compensación a las austeridades de los padres. Los regalos de la abuela eran verdaderos regalos porque nosignificabanpremionialientonisolicitabancompromisos. Eran graciosas confesiones que la abuela justificaba murmurando: «Eres mi único nieto...» Mamá lo sentiría. O no tanto. Pocas veces iba a verla, hablaba poco
JOV:051.06
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