a la habitación sino que se alejaban hacia la antesala. Miguel dejó el libro en la mesilla, se pasó una mano por la frente y dijo: --Hoy es día de aventuras. Saldré a hacer averiguaciones. Con el mayor de los sigilos, avanzó por el pasillo hastasituarsedetrásdeunradiador,desdeel que se dominaba toda la antesala. El escondite era tal vez demasiado peligroso, porque sólo cinco o seis metros le separaban de Carmina y Fagin, que estaban