. En todo el trayecto el comisario no me había dirigido la palabra, siquiera para cubrirme de improperios, lo que me hacía suponer que estaba de veras enfadado conmigo. Una vez en su despacho, dio orden de que le subieran uncarajilloderonblanco,yalseñalarleelpolicía de turno que los bares estaban cerrados, golpeó la mesa con el puño y dijo que de qué servía llegar a comisario o incluso a Sumo Pontífice si no podía tomar
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