comprendió con horror quién era su interlocutor. ¡Nada menos que Wilhelm Storitz! ¡El Hombre Invisible! Se había acostumbrado a acercarse en secreto al balcón y a espiar a la abuela en su refugio vegetal. Ella ya no regaba las flores ni las cuidaba, simplemente sesentabaentreellasylasveíacrecer,y lloraba o reía y conversaba con Storitz. Miguel sabía en cada momento dónde se encontraba el Hombre Invisible según fuera el lado hacia el que ella
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SENTARI.1 - Colocar(se) apoyado en algún sitio descansando sobre las nalgas