«Has salido justiciero como tu padre», le dijo, y Miguel se observó en los ojos hermosos del abuelo y fue feliz. Las visitas de Germán cesaron. Las de Agus siguieron produciendose con igual frecuencia que antes, perosuactituderaahorabiendistinta.Sesentaba en su silla y, sin dejar de sonreír un solo instante, permanecía pendiente de cualquier gesto que Miguel pudiera hacer, de cualquiera de sus toses, guiños o suspiros. Los primeros
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SENTARI.1 - Colocar(se) apoyado en algún sitio descansando sobre las nalgas