, deprisa; no hagamos esperar al señor Consejero Delegado. Siguiendo su ejemplo, trotamos en derredor de la mesa de juntas, procurando eludir los zarpazos que la soliviantada caterva de consejeros lanzaba al maletín, acompañandolos de propuestas de inversión, ofertasdevaloresyruegosdesgarradores,ysalvamos el trecho que nos separaba del confín opuesto a aquél por donde habíamos entrado en la sala. Llegados al cual sacó Pebrotines una tarjeta perforada del bolsillo interior de la americana, la metió