misma en una selva americana. Aquella tarde, la última, se marchó antes de lo habitual para no perder el avión. A Miguel se le escapaban las lágrimas mientras la besaba. El abuelo le dio permiso para levantarse y salir al balcón adespedirla.Ellalesaludóconlamanodesdeun coche blanco conducido por un hombre moreno y con bigote, habían sido diez días maravillosos. Se propuso escribir una novela en la que una científica joven y guapa
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SALUDAR - Decir palabras de cortesía en el encuentro o despedida