e invitarla a conocer la torre, mi lugar predilecto en la casa. Tiré de ella como si deseara hacerle olvidar aquel encuentro con mi padre. Mientras subíamos la escalera, le explicaba cuánto me gustaba escuchar desde allí arriba los silbidos del viento yeltemblorqueésteproducíaenloscristalesdelasventanas. Y también cómo solía refugiarme allí siempre que me sentía triste o contrariada y cómo nos reuníamos en aquella habitación Santiago y yo cuando teníamos algo secreto