ignoraba tanto como tú, Agustina era demasiado apática para llamarme la atención y Josefa se dedicaba a reescribir, en perfecta caligrafía, los sermones de un sacerdote al que ella veneraba. Después, poco a poco, me fui olvidando de aquellas cartaspuesdejarondellegar.Mamáreanudósusclases conmigo. Según decía, era yo la única obligación que ella tenía en la vida y empezó a mirarme con una profunda lástima, como si muy poco se pudiera ya hacer por mí.
SUR:026.25
REANUDAR - Continuar un proceso que se había interrumpido