, en el descaro con que hacía uso de su libertad, se asemejaba a una reina, incapaz de soportar orden alguna. Su mirada, lenta y densa, poseía la virtud de confundir a quien se le enfrentara. Tanto su quietud como sus movimientos emanaban una profunda gravedad.Revoloteabaentrenosotrospesadaypoderosa como un águila. Sólo hablaba con Santiago; se les veía juntos a cada instante. El se negaba a volver al colegio. Tía Elisa no quiso dar importancia a sus faltas. Pensaba