Texto contextualizado: |
en el cuerpo y por los efluvios mismos de la noche era lo que más miedo daba. Y al mismo tiempo, lo que más se estaba deseando. «Déjate llevar -solían decir los más atrevidos, con un tinte de impaciencia en la voz, sobre todo si habían bebido algo--. ¡Si es que no te dejas llevar!» Y, a partir de comentarios como éste, el silencio se hacía más embarazoso, porque mientras trataban de disimularse los esfuerzos por seguir manteniendo una distancia prudente entre los cuerpos, aquellas |
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