de ese vino tinto, pero no dice nada. El viejo saca del frigorífico unas aceitunas. Se sirve un buen vaso y come unas cuantas. - ¡ A la salud del difunto! ¡ Y del dottore que le ha cuidado como Dios manda! ¡Viva el dottore! Bebegolosamente.Ensucuelloenflaquecido la nuez le baila como si flotara en el líquido descendente. Los hijos callan; ¿qué decirle? Apurado el vaso, les mira y pronuncia sentencioso: