tostado maíz y cantado hasta medianoche antes de tirarse vestidos sobre los catres de tela, las chicas de un lado y los muchachos más lejos, vagamente ofendidos por tanto reglamento idiota, ya medio dormidos en mitad de los irónicos inútiles comentarios. En plenocampoantesdelbosquehabíabebidola leche de la cantimplora, jamás volver a encontrarse de mañana con la gente de la noche, también ella tenía su reglamento idiota, recorrer Francia mientras duraran el dinero y el