habilidad en el hueco formado por sus manos. Arroja el fósforo al exterior y fuma despaciosamente. Silencio desgarrado tan sólo por zumbido de motor, susurrar de neumáticos, algún imperioso bocinazo. El coche empieza a oler a tabaco negro, evocando en el hijo recuerdosinfantiles.Condisimulobajaunpocoelcristal de la ventanilla. El viejo entonces le mira: nunca ha podido acostumbrarse a ese perfil delicado, herencia materna cada año más perceptible. Conduce muy serio,