goznes de una puerta, un crujir de cestas y un rumor de pasos que se me acercaban. Salí corriendo a encerrarme en mi habitación. No quería que Catalina, pues era ella la que llegaba, me sorprendiera escondida, como una ladrona, robando una información quemepertenecíamásqueanadie.Puesestaba convencida de que era yo quien más apreciaba a Bene en la casa. Pensé que debí haber tomado la iniciativa y preguntar, obligarlas a esclarecerme todas aquellas oscuridades