, Pancho tenía la costumbre de irse con los cuates a la cantina y al grito de "el vino para los hombres y el agua para los güeyes", se acodaba en la barra a empujarse sus calantanes, después iba alacasadelfocorojo,abailarconlasviejasquehuelen a maíz podrido. Pero cuando le cayó Teresa, ya no hubo necesidad de nada, ni de chínguere, ni de viejas rogonas de lupanar. ¡Adiós al Canicas, al Camilo, al Babalú, al