de vez en cuando la mano al costado doliendose de un golpe, recuerdo de la batalla. Otro explicaba que no había podido contener la risa cuando, ya en la cama, pasaba revista a los hechos y recordaba cómo, en el fragor de la pelea, un individuo paróunaagresiónal grito de "a ise non, que é dos nosos". Con todo, la impresión generalizada era que aquello "se veía venir". En otro bar,