ella notara mi preferencia. Aunque no puedo ocultar mi enorme deseo por ponerme aquel vestido maravilloso, de reina, como tú dijiste al verlo, que me estaban haciendo en la ciudad y que ya me había probado varias veces. Creo que todo lodemásnollegóaentusiasmarmeacausadelapreparación tan árida a la que Josefa, quien trataba de convertirse en mi directora espiritual, me sometió durante días y días. No soportaba el aprendizaje memorístico de un