rejería por la señora que había estudiado Urbanidad, desde luego mayúscula: "Hombre rústico, hombre rústico, ¿en cuánto cifra el precio de los frutos ganados con el sudor de su frente?". No, no es largo el exordio, aunque seloparezca,porquedemuestra la singularidad del sentido que la clase burguesa de entonces -hoy standardizada- llamaba "sindéresis común". Bien, pues este amigo reflexiona, hojeando un periódico con las imágenes atroces de