una serie de cuatro encargada por la Armada española, se realizó a la hora prevista y con absoluta normalidad, si exceptuamos los silbidos que en algún momento, cuando se bendecía el casco, se oyeron procedentes de los trabajadores concentrados. Quizá esta presión ambiental o algún otromotivoindujoalcapellán castrense a llamarle submarino al patrullero, "lapsus" que el sacerdote enmendó sobre la marcha. A las cuatro y catorce minutos, después de que Araceli Gurucharri de López