fin luce una hermosa cola de león, aunque unos pocos poseídos prefieran ser cola de ratón. Un país de nuevos ricos que ni siquiera lo son, sino paganos de carteras rebosantes de dinero de plástico. El mismo país que, ancestralmente temeroso de dejar huellas en lospapeles,mientehastaenlasencuestas anónimas y jura en espectaculares porcentajes no interesarse por el dinero, contar entre sus aficiones favoritas la lectura y -siempre se le escapa algo a uno o no