primera visita a la capital de España y que ardía en deseos de preguntar qué era tal o cual edificio, monumento o paraje, pero me abstuve de hacerlo por razones de prudencia elemental. En un silencio lleno de presagios llegamos ante un edificio deparedesdesconchadasencuyafachadachisporroteaba un anuncio de neón. No sé por qué había esperado yo un hotel de lujo y le pregunté varias veces al taxista si realmente me había llevado a donde yo le había dicho o