presencia no hiciéramos sino meternos bobamente en la boca del lobo, ni habíamos olvidado tampoco las agoreras palabras del tabernero. Celebramos un breve conciliábulo y fue don Plutarquete quien esclareció con su habitual sagacidad la situación. --La disyuntiva --dijo-- es clara: o averiguamos quésecueceenelconventoonosvolvemosatrás. Yo voto por lo primero. Se ciñó el pantalón del pijama con la trabilla y se encaminó hacia el portalón del convento. La Emilia y