ni mi borrosa forma ni el aire de familia que caracteriza mis andares le permitieron columbrar mi identidad. De modo que enderezó la figura y se esforzó tanto por dar a su corpachón un sinuoso contorno, que acabó por perder el equilibrio y pegarse una costalada contra el pavimento. Corríensusocorroylepreguntéquesisehabía hecho daño. --¡Puta leche! --respondió la ingrata--. De poco me mato y encima resulta que eres tú. ¿De dónde