metí en el bar. Iba ya mediada la botella de Pepsi-Cola y estaba sintiendo la embriaguez que siempre me produce la ingestión de tan exquisito néctar cuando entró la Emilia a avisarme de que la fregona acababa de salir. Apuré el resto de la botella, pagué y eché acorrerenposdelaEmilia.Mientrastantolafalsa fregona había llegado a la esquina y describía molinetes con el bolso. No tardó en aparecer un coche negro al que se subió la fregona, dejandonos con