argumentos. "Pero digo yo: ¿consultó usted a su padre para subir al balcón?", repite una y otra vez el inefable tío Cayetano, como el argumento definitivo e irrebatible. Todavía en disputas de matones, que al fin sonjuegosdecompetenciapersonal,secomprendeyseadmitequeprevalezcan y se den por victoriosos la labia, la enjundia verbal, la eficacia retórica y el "ahí queda eso" sobre los argumentos lealmente razonables. Bueno sea el arte de la palabra rápida y feliz para salir de la taberna