en lenguas, empezó a maniobrar para echar el guante a los fundos y oponer a los potenciales causahabientes la eficaz figura jurídica de los hechos consumados. Ya ven ustedes qué cosa más simple. Posiblemente el dinero que en el famoso maletín tantas vueltas hadadoytantasvidasinocenteshacostadoibadestinado a sobornar a algún funcionario venal del catastro que se aviniese a falsificar los registros. No lo sé. El hecho es, dilecto comisario, querido amigo, que ni el