apoderarme del álbum de fotos y salir con él oculto bajo la americana. Bajé por las escaleras y antes de enfilar el último tramo me detuve y asomé la jeta por si había moros en la costa. Esta precaución me salvó de un mal encuentro, porque en el zaguán conversabaelporterocondosindividuosfornidos cuyos rostros no pude distinguir en la penumbra reinante, pero cuya catadura no pudo menos de darme mala espina. --¿Unos recibos a la academia