Texto contextualizado: |
de cualquier persona con la que tengamos mutua y tácita necesidad y convención de despedida (y aun este que podríamos llamar deudo de despedida se extiende a mayor o menor número de parientes, amigos y allegados, según la longitud y duración de cada viaje), no deja luego de aguijonearnos en el viaje un más o menos impaciente estado de desasosiego y de aprensión. No cabe duda de que, por lo común -al menos hoy que los viajes son harto frecuentes y se los suele sentir, con menos fundamento que optimismo, como poco azarosos-, la |
RAT:205.10 |