por fuera los bolsillos por si se diese el caso imponderable de que dijese algo de verdad, y así resuelve de un golpe todos los problemas, y especialmente el de poder seguir durmiendo. De esta suerte, rociándome inmediatamente la cara con el espray del anticlericalism nohapodidoadvertirDePradacómo,adespechodetodotono crítico e increpante, en nada falta mi artículo, sino todo lo contrario, a la condición máxima y decisiva del respeto: la de tratar una cosa a toda la altura de lo que pretende ser. Y yo ni trato el cristianismo desde ningún