y que hasta creía haber oído los primeros compases de sola, fané y descangayada. No sé por qué cuento ahora todo esto, salvo que lo haga para marcar el contraste entre esta vieja memoria de un desencanto y lo que por eltelescopiodelaestaciónespacialmefuedadocontemplar, esto es, una esfera dorada de la que salían dos o tres antenas que la velocidad o un ventarrón de proa proyectaban hacia atrás, tan brillante y majestuosa que no me habría