concepciones suele admitirse que fue el que alentó las ínfulas imperiales de Carlos V, el destructor de Europa, bajo aquel célebre lema carolino de "Un monarca, un imperio y una espada". Por otra parte, hace ya más de 100 años que las armas del risorgimento acabaronconlosúltimosreductosdelaIglesiagüelfa,enelaspectodeun señorío temporal vinculado a la tiara, forzando a ésta a sujetarse a la exigencia dantesca y gibelina de limitarse al solo poder espiritual (expresión que, por lo demás, conlleva una estridente contradictio in terminis, por