... (Se vuelve hacia MONTESECCO.) ¡Oh, perdonad! MONTESECCO.- ¿Yo? ¿Por qué? PADRE.- No sé... Quizá mis palabras... MONTESECCO.- ¡Ah, claro, la banca! No, no tengáis preocupación.¿Nohandescendidoalcomercio,alausura, los Pazzi, los Médicis? PADRE.- Sí, es cierto. MONTESECCO.- Pues os equivocáis. No han descendido, porque antes no