allí mismo, mientras el otro huía apartando a la gente con la daga empapada en la sangre de Julián. (Llora.) ANTONIO.- ¿Y Lorenzo de Médicis? ISABELA.- Cuando todos corrían de un lado a otro, huían,gritaban,aéllearrastrabanlossuyoshacialasacristía empapado en sangre... (Ahora, vencida por la excitación y la fatiga, llora blandamente en el pecho de su madre. En los rumores de la calle
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ARRASTRARI - Llevar por el suelo, llevar consigo al marcharse.