Ya te llamaré... Caminó hacia su casa, bulevar abajo, y pensó en el primo y en Julián y se alegró de ese encuentro. «Un poco pesados con París y Londres», se dijo. Pero le gustaba su franqueza, su desenfado, su manera relajada de moverseyandarysentarseyllamaralcamarero. Pisaban firme. Se veía que los dos eran ciudadanos de una gran ciudad. Por eso París, Londres, el mundo entero era suyo, un lugar familiar donde las cosas estaban