su orgullo se escapaba cuello abajo, mezclado con la sangre jabonosa, y cuando la madre apareció portadora de ayudas y reproches y de un exaltado convencimiento de su papel de salvadora, David se sintió feliz y algo parecido al llanto le subió por la garganta. Los dedosexpertossemovíanconsolicitudlimpiandola piel, secando la piel, aplicando sobre el corte un bálsamo milagroso que cortó la hemorragia. --¡Inútil, gallito, tan hombre y tan inútil! --se indignaba