una prolongada convivencia compatible con infidelidades de un día. David tenía en la mano una taza de té, pero apenas la tocaba. «El pequeño, como el padre y la abuela, café», había diagnosticado el ama. --¿Puedo?--preguntóelchico,alargandolamanohacia la botella de whisky. «Mi botella --pensó Julián--. Ni café ni té. Quiere beber como nosotros hacíamos, como alguien, ¿el padre?, le habrá contado que hacíamos