cerillas a la vez y apliqué la llama a los billetes, que se pusieron a arder como sólo el papel bien sobado sabe hacerlo. Al darse cuenta de lo que acababa de hacer, los dos esbirros se me vinieron encima. Cerré la tapa del maletín, lomantuvecerradounafraccióndesegundoylo volví a abrir: una espesa nube de humo maloliente invadió el gabinete. --¡Arree, don Plutarquete! --alcancé a gritar. El viejo
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MANTENERI.1 - Continuar [algo o alguien] en una determinada forma o situación